| Lectura recomendada (CODOS EN LOS MUSLOS) |

B A L A N D R A •



Porque no es mayor la distancia entre la vida y la muerte,
 entre los vivos y los muertos, aunque esta
distancia pueda parecer infranqueable, no lo es.
Jon Fosse


Aprovecho la luz de las ofrendas,
el vomitivo aroma a cempasúchil.
Solicito a Padre un breve coloquio,
un diálogo en silencio, claro.
No hay día que no sostengamos conversación.
Le pido me cuente acerca de aquel bote,
la barca en la que navegan los seres invisibles.
Se trata de una balandra, casi un batel,
con fantasmas como tripulantes.
Es una barca que flota sobre el inmenso mar.
Repleta de seres que han abandonado el cuerpo.
Y todos remamos a un mismo tiempo.
¿Y festejan todos los días? Pregunto
Hoy todos están de pesca.
Se adquieren hábitos con la invisibilidad, por supuesto.
Les gusta mucho estar en el mar.
Remamos y se alzan velas casi por costumbre.
Las olas rompen en el fiordo.
Hablo con los muertos cada vez que quiero.
No solamente con Padre,
aunque es él quien presta mayor atención.
Converso también con Padre de Madre,
aunque apenas se esté adaptando al mar
y en ocasiones tiene miedo de ahogarse,
pero ya le dije que Padre es un gran tripulante,
un gran capitán, y que navegará sin riesgo.
Pues así será.
Ni más ni menos.
Porque existe el mal tiempo,
el tiempo inadvertido,
y las olas chocan a babor y a estribor
pero no logran desestabilizar la balandra.
Ocasionalmente el sol se esconde tras las nubes
pero es por todos sabido que en la sombra
se aprecia mejor la luz.
Y esa luz invisible es la que ilumina los suntuosos Valles.
Y pienso darme un paseo algún día para saludarlos.
Yo no camino sobre el agua.
Yo respiro bajo el mar.
Porque soy un pez.
No sano a los enfermos
Los acompaño cuando tienen que partir.
Les leo el bardo.
A decir verdad soy un pez distinto,
pertenezco a los que vuelan.
Porque a todos nos gusta estar en el aire.
Y que el mar nos libre de pecados.
Y que el cielo nos absuelva.
Ya que todos habitamos nuestro propio mundo.
A todos nos gusta volar de vez en cuando.
Respiro y parece que floto entre las olas.
Y caigo y me desvanezco entre la brisa.
Tenemos tanto que decirnos
que faltarán los versos invisibles.
Es un agobio convencer al entorno
que su presencia es eterna entre nosotros.
E intento sobrevivir
haciéndome un poco el loco.
Y hablo con las plantas porque
ahí guarecen sus almas.
Y aunque me gustaría
aún no puedo ir a remar con ustedes.
Porque el vuelo es alto
y eterno el aprendizaje.
Porque para bogar en el eterno mar
debo primero descifrar el mapa
y encontrar mi brújula.
Pero aquí estoy sin miedo,
aguardando su llegada.
Mientras tanto,
seguimos aprendiendo.
Bienvenidos de nuevo.
¡Feliz día de muertos!





Comentarios

  1. Me llena de ilusión esa posibilidad de participar en ese viaje

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

| Otros textos |