| Lectura recomendada (CODOS EN LOS MUSLOS) |

∙S O L I L O Q U I O∙

Uno nace, y ensaya un camino sin saber por qué, pero sigue esforzándose; lo que sucede es que nacemos junto con muchísimas gentes, al mismo tiempo, todos entremezclados; es como si uno quisiera mover los brazos y las piernas por medio de hilos, y esos hilos se enredasen con otros brazos y otras piernas y todos los demás tratasen igualmente de moverse, y no lo consiguiesen porque todos los hilos se traban, y es como si cuatro o cinco personas quisieran tejer una alfombra en el mismo bastidor: cada uno quiere bordar su propio dibujo.  W.Faulkner

     Por poco renuncio a la idea de llenar de letras este espacio en blanco.

     Me mantengo en voluntaria distracción observando por la ventana la evolución de las plantas ubicadas en el balcón del apartamento contiguo; su peculiar follaje y ese desagradable aroma que expelen por las mañanas (parecido a la mezcla de urea que porta con orgullo «Don Miados» en la explanada del convento de Nuestra Señora del Carmen) hacen del alba, el instante exacto para intentar escribir e ingerir tereré; infusión de yerba mate, agua fría y vejiga llena. Estilográfica inservible, papel casto y  tinta negra en el suelo.      

     Invertí las ciento sesenta y ocho horas de la semana en especular sobre la ausencia de letras en la bitácora, pequeña libreta forrada en piel de animal muerto. Negarte que pensé en mudarme a la libreta de alguien más constante, sería mentirte y hacerte ver como un auténtico imbécil; no vine a burlarme de nadie ni a restregarle sus debilidades, pero es evidente que olvidas con facilidad la oportunidad que brindo a tus sensibles pensamientos (por ridículos que estos sean) de aclarar el panorama.

    Momentáneamente te perdono, ningún problema por mi parte, pero, ¿qué hay de tus lectores? Claro, no son demasiados y te importan un carajo, lo sé. Es probable que el número sea mentira, una farsa que inventa el algoritmo de Google para que sigas perdiendo el tiempo publicando estupideces; pero habrá uno que otro distraído que preste un instante de su vida en leer tus idioteces, por ejemplo: los dos intrépidos lectores de la República de Uganda; o los tres «bots» en la honorable Moldavia. A esos pocos, pero comprometidos individuos con la sucesión de tus relatos, debes otorgar una honesta muestra de agradecimiento por su valioso tiempo en el baño, leyendo con los codos en los muslos, forma en la que aconsejas leer para efectos terapéuticos. Estas letras son gratuitas, te regalo siete para ellos: G R A C I A S.

     Prefiero pensar que conservas los pies en los hombros y tienes aún presente el objetivo de la escritura (autoconversar y formularle un sentido al absurdo cotidiano) que imaginar que dejaste de escribir por pereza espiritual. No te desanimes, flaco; Jesús a tu edad no tenía seguidores y tú ya vas por once en twitter. Ahora bien, tremendo cretino, si lo que estás buscando es incrementar el número de vistas y aprobación social, te recomiendo abrir una cuenta de «Tik-Tok» y hacer el truco de las axilas aplaudiendo, acto que tanta popularidad te dio en la infancia, verás los formidables resultados.

     Los días siguen a los días, no debería representar un reto verdadero volver a hacer cualquier cosa. Nunca es tarde para retomar las viejas usanzas literarias, pero seamos realistas, a ese ritmo, vaticino serias complicaciones para abordar la complejidad de las escenas que presumes imaginar. No lo tomes personal, ágrafo anacoreta, sería un error de tu parte asumir que te juzgo por hacer valer mi voz después de tantos meses manteniendo categórico silencio. Tengo derecho a hacerte saber mis pensamientos, papacito. Te felicito por leer a los monstruos de la literatura universal con detenimiento, es un alivio caminar sin prisa, aprender a respirar.

    Para no trasgredir más tu susceptibilidad y ahorrarme valioso tiempo, vamos a omitir el tema de la ortografía; la descuidas sobremanera. Aquella carta motivos que realizamos en conjunto para la facultad de Ciencias Políticas y Sociales, se encontraría experimentando una profunda indignación de carácter moral por ser referencia de lo que en algún momento te estimulaba a redactar sin erratas. Te sugiero pronta reconciliación con las buenas costumbres. Que tu vergonzosa espalda baja no te robe la ilusión de correr desnudo a la orilla del mar. ¡Tú puedes, nalgón!

    ¿Recuerdas cuando abandonaste tu clase de epistemología en el primer semestre de la carrera y recurriste a un servidor para escribir tu primer relato? ¡Qué grandes éramos! ¡Salud, hermano!

     En realidad, entrañable compañero, no debes prestarle importancia a lo que expongo en esta oportunidad única. No quiero hacer de esta atrevida convivencia, una infundada llamada de atención. Siempre seré una hoja en blanco, hablándole con la nostalgia impresa a quien tanto me ha dado. Te sugiero no olvidarme demasiado, la vida sin tus letras, es fría y plana.

   Ansioso estaré esperando a que me cuentes una nueva historia. Mientras tanto, lejos de mi vida tu pulso; tu recuerdo emergerá de las gotas de tinta que, por accidente dejaste caer, sobre mi desnuda espalda.

   Por poco renuncio a la idea de llenar de letras este espacio en blanco, bienvenido a este viaje, mis letras ahora son tuyas también, te las regalo.

Tuyas mis caderas blancas.

Soliloquio.






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