| Lectura recomendada (CODOS EN LOS MUSLOS) |

Semblanza de un espejo en naufragio.

El poeta no muere, el poeta se hunde, pero no muere.
R.Bolaño.

       ¿En qué nos quedamos? Preguntó, repiqueteando sin ritmo los dedos sobre su pecho. Ante sí, desperdigados en el piso, reposan toda clase de papeles; hojas sucias, servilletas viejas. ¡Ah, claro! se contestó así mismo, en los sitios invisibles de los que recientemente crees formar parte, ¿cierto?. De modo que ya no estás aquí, partiste a algún sitio remoto. Por lo visto no te encuentras del todo presente. ¿Se puede saber con exactitud qué es lo que pretendes? Digamos, ¿cómo decirlo? Digamos que conservas un aspecto petulante y despreocupado, como si el destino ya estuviese escrito, como si la vida te debiese especial indulgencia y no se te ocurre pensar que la tormenta está ocurriendo ante ti, justo ahora. Lo digo enserio, sin el menor deseo de involucrarme o alterar el ritmo natural del presente, porque por supuesto, si algo te pertenece es tu cuerpo y tus pensamientos, y en eso sí que estás acertado, lo sé, pero la ausencia absoluta no resulta el mejor de los métodos para afrontar el instante, el momento que no ha de volver. Mucho menos, si es lo que en realidad pretendes, para intentar cicatrizar cualquier tipo de vacío. Pero bueno, es así como finges sobrellevar el valioso obsequio de continuar respirando, pensando en quién sabe qué, enraizado en el frondoso árbol de la soberbia, en el rotundo silencio, está bien, tú sabrás. ¿Sabes algo? en ocasiones da la impresión de que finalmente has extraviado el horizonte que parecías estar buscando. No lo malinterpretemos, por favor, pero resulta evidente que has estado ausente los últimos meses observando el infinito. No hay nadie en el mundo que consiga comprender tus pensamientos y al parecer no le prestas demasiada importancia. Divagas sobre algo que únicamente tú crees estar entendiendo. Tal vez cuando decidas abrir los ojos de tarado que gravitan bajo tu frente y optes por renunciar al eterno pecado en el que has estado desperdiciando el glorioso e inalterable tiempo, sea demasiado tarde y no exista retorno, ¿es eso lo que quieres? Sí, sí, reconozco que me exalto con facilidad, pero es que tú no ves lo que yo en estos momentos. ¿Qué veo? Veo un individuo flotando por el espacio, con pensamientos delirantes fruto de extraviar la inteligencia. ¿Ya hice mención de tus ojos de idiota?, por poner un ejemplo burdo, ¿o será tu mirada?, pues lo que sea, el punto es que ya no brillan de la misma forma que solían hacerlo. En ocasiones pienso que deberías pasar una temporada en un sanatorio para enfermos mentales. Todo parece indicar que te da lo mismo. ¿Y qué es todo esto sobre el suelo? Escucha con atención tus disparates, por ejemplo, esta repulsiva oración que tachaste porque probablemente la encontraste muy optimista: Precipitarse al vacío. Gravita en mi ánimo la sensación de ir precipitando al vacío, a merced de las fuerzas de la naturaleza. Vaya, menuda mierda que escribes recientemente. No cabe la menor duda de que el tiempo ha ido disgregando tu talento. ¿Así pretendes seguir, escribiendo basura? Permíteme leer ahora esta servilleta repleta de inmundicia: El escondite de las letras. Las figuras retóricas; la silepsis y la dilogía. El mensaje a la orilla del mar. ¡Por Dios santo! debes recobrar el ritmo y la cordura en algún momento o será mejor que ajustes alguna linda corbata a tu asqueroso cuello afectado por el sol y encuentres un empleo digno, un trabajo decente. Ocho horas, seis días, con suerte, si acaso te sabes comportar, cinco días a la semana con horario de comida y extraordinario ambiente laboral. Te sugiero no lo eches en saco roto, como casi todo en la vida, ya va siendo momento de brindar una satisfacción a tu formidable entorno.

          De acuerdo, me estoy comportando intolerante, permíteme dar un respiro. Te diré lo que pienso, aguarda. Ya no sé cómo es que debo hablarte. Te observo de frente y siempre hemos conseguido afinidad, coincidir en cualquier asunto. Un segundo. A ver, aparentemente la vida discurre por océanos inciertos y la barca en que navegas ha extraviado de pronto a su capitán al mando, ¿así está mejor, te parece bien?. Bueno, supongamos que el capitán continúa a bordo pero de pronto a éste le han venido una serie de pensamientos que bien preferiría conservar ocultos e, inesperadamente, mientras sujeta con asombrosa habilidad el timón del navío han aparecido su mujer y su hijo, a los que seguramente siempre conserva en su mente y de los cuales porta un pequeño retrato en el que se les observa pasando un instante de rotunda alegría bajo la sombra de un frondoso árbol, ¿me sigues?, entonces, cada vez que tiene entre sus manos la diminuta fotografía, cae por completo en un estado de desdicha y su cerebro parece jugarle una mala pasada y enfocarse por completo al recuerdo de ambos, y entonces, apartado de la inclemencia del presente y su realidad hostil, comienzan a manifestarse una y otra vez las tormentosas imágenes de aquél día, en el que sin más, en una milimétrica fracción de segundo, partieron de este plano físico sus seres más queridos en un accidente automovilístico, suceso del cual resultó ser el único sobreviviente. Y de la misma forma enérgica con la que sujeta el timón del enorme barco, fue que sujetó el volante aquella tarde repleta de oscuridad. Y mucho no es lo que se hubiera podido hacer para evitar aquella tragedia, el accidente, pero cuando acontecen las desgracias, casi en cualquier caso, siempre se piensa que algo se habría podido hacer, y es un pensamiento tan común, como común es que los seres que abandonan toda clase de visibilidad no se marchen jamás del todo y que cuando se hacen visibles por instantes, en sueños o en luces sobre la oscuridad, resulte difícil diferenciar la alegría de la tristeza, porque quizás ambas sean o provengan del mismo sitio, porque bien es cierto que siempre están sucediendo cosas, cosas que nunca logrará comprender. Y desde entonces habita en un espacio bastante apartado de la realidad, pero piensa que de cualquier modo la vida siempre valdrá la pena vivirla hasta el último de los instantes, cuando parece que te es arrebatada por alguna especie de fuerza invisible, y es por eso que supongo vuelve a rincones que considera menos oscuros, como el mar infinito, por ejemplo. Y bueno, siempre que piensa en su amada y su primogénito parece partir a un punto distante, a una zona más bien lúgubre, carente de luz, y bien le vendría ser dueño de otra clase de pensamientos, poseer el dominio mental para reflexionar al respecto, pero ignora cómo, y  entonces vuelve por breves instantes para considerar que merece la pena distraerse un poco, ya sabes, estirar el cuerpo, contemplar el atardecer, sentir que está de nuevo con ellos, a través de las olas, y renueva energías y brinda por ellos, por sus seres amados, seres eternos, en donde quiera que se encuentren, porque ahora habitan en él. Y cuando ya se ha relajado lo suficiente y se encuentra en condiciones de continuar con sus deberes en altamar, piensa que nunca está de más otro brindis y luego otro y otro, hasta terminar explotando en llanto y quedar inconsciente. Por cierto, acudo al recurso del mar porque asumo que en esos temas te sientes cómodo, ¿no es así?, en todo caso, cuando eras un poco más expresivo y talentoso, recurrías una y otra vez a temas relacionados con el océano mar para intentar exponer metáforas que en tu cabeza supongo parecían tener alguna relevancia. En fin, prosigo. Una vez que el capitán ha conseguido el inconsciente objetivo de olvidar un poco sus tormentos, vuelve al timón. Ahora más que nunca observa el inagotable escenario que refleja la inmensidad del agua clara y mira con detenimiento el sol hasta que este se transforma en un insignificante círculo luminoso. Entonces piensa, mientras contempla fijamente al astro ardiente, que por fin lo ha entendido todo, que finalmente se le desvela el misterio de toda existencia. Observa la vibrante estrella mientras sus ojos se nublan. Y se siente plenamente convencido de que esta vida no se trata de otra cosa más que de una simple prueba para la vida consecuente, la que se obtiene tras concluir la etapa de aprendizaje. Y  eso es lo que ha leído en diversos textos sagrados y puesto que son la palabra de Dios dictada al hombre, o a la mujer, quizá, porque piensa que la mujer es lo más importante sobre la tierra y  no encuentra menor necesidad de poner siquiera un poco en duda la veracidad de tan antiguos textos. Espero que consigas entender al menos un poco a lo que quiero llegar. ¿No, nada? De manera que contigo únicamente cuento con mi resignación. Lo que sucede es que el estímulo de luz solar ha causado un daño irreversible en su salud ocular, pero eso resulta irrelevante porque apenas y es consciente de sí mismo. Dentro de la embarcación nadie se percata de lo que sucede en el puente de mando. La embarcación, en la que dicho sea de paso somos ambos tripulantes, se encuentra perdida en medio de la inmensidad y está a punto de colapsar.
 
     Poner a prueba tu equilibrio mental resulta extenuante. ¿No has sentido algo de inspiración? Te lo tienes guardado o algo parecido. Es momento de que dejes de observarte en mí. Continúa la trama que mereces, escribe con mayúsculas tu propia historia, porque supongo que no puede ser nadie más que tú quien trace sobre el lienzo. Aquí estaré yo, por siempre frente a ti. Porque estamos en esto juntos y por supuesto somos eso y más. Reflectamos la mar y su profundidad. El plan a y el plan b: el as bajo la manga. Los decretos y la manifestación. El torbellino de contrastes. La herida que siempre cicatriza. La transpiración de unas manos indecisas. El nervio y la calma. La generosidad ilimitada. Los reglamentos y restricciones; las faltas a la moral. Los semáforos con sus colores, las idas y vueltas, las aceras repletas de mierda. El líquido amniótico en la primera desnudez. Los muros cuarteados de una habitación sin techo. Las desorbitadas ideas que planeas ejecutar. La cabeza que no se detiene y en ocasiones parece explotar. La religión y sus detractores. La fe y la esperanza en lo intangible. Los pensamientos fatalistas y el inalcanzable arcoíris que resguarda un cofre invaluable. El arca de la alianza. Las antiguas creencias y las que están por llegar. La refracción de la luz. Y ya todo está dicho: el todo y la nada. El silencio y el ruido. Las olas que baten. Toda clase de onomatopeyas. Y sí, quizá también el escondite de las letras. Las figuras retóricas; la silepsis y la dilogía. El mensaje a la orilla del mar. El polvo que fuimos y en el que pronto nos convertiremos. El antifaz de la soberbia y el desvanecimiento del ego. Las notas de piano que se entrelazan y nunca se acaban. El bullicio y la calma. La ingravidez de lo invisible. La fugacidad de la existencia. El abismo existente entre el pensamiento y mi voz. Porque yo soy tú y tú eres todos. La suerte, el vagabundeo y la meritocracia. La disposición sobre la motivación. La depresión clínica y la dopamina; los ansiolíticos y el viento por la mañana. El refugio secreto para el futuro incierto.La involuntaria genética y el trastorno heredado. Los pretextos y y las inagotables excusas. La constancia y la disciplina. El prólogo y epílogo. La vida adulta y la muerte prematura. Los pasos en el aire y encima del fuego. El caminante sobre el agua y la extinción de Gautama. Osiris, Tammuz y Odín. El Trāyastriṃśa y sus treinta y tres dioses. La merkabah y la conexión con lo divino. Los pies en los hombros y la difusión de los pensamientos. El extravío, el hundimiento y el naufragio. Los tripulantes de un barco sin compás náutico. ¿Pero quién demonios se encuentra bien en estos días? Cualquiera de las ideas, es la idea que impulsa la acción por venir. Sin ti no soy más que un objeto. Sin ti soy solo materia inerte, soy simplemente eso. Es el destello de tu presencia lo que me llena de ti. Es tu ausencia absoluta por lo que desapareces en mi. Dejo de ser tú y dejas de ser yo. Adelante: estuve, estoy y estaré aquí, reflejando tus temores, evidenciando el inevitable paso del tiempo.

      Me desvanezco en el agua. He saltado y caigo al agua. Y las olas se mecen calmas, de un lado a otro. La marea fluye sobre mi. En la búsqueda de la superficie, me mantendré reflejando el cielo: todos los cielos el mismo cielo. Soy y seré por siempre eso, un espejo en busca de la luz. Tu eterno espejo bajo el mar.

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